La negritud es un movimiento de liberación y afirmación de los africanos y afrodescendientes. Fue a mediados de los años 80 del siglo pasado cuando conocí a Paul Colinó, dirigente del movimiento afroperuano Francisco Congo. Él me hablaba mucho sobre el racismo que había en algunos medios de comunicación, sobre todo contra los peruanos afrodescendientes, y que nadie alzaba su voz de protesta. Él y otros, como José Campos Dávila, sociólogo, catedrático y finalmente vicerrector de La Cantuta, por aquella época destacaban y defendían los valores, derechos y aportes afroperuanos.
Tuve curiosidad por saber por qué el movimiento que representa Colinó se llamaba Francisco Congo. El dato lo encontré en el libro del catedrático sanmarquino Humberto Rodríguez Pastor titulado “Negritud”. Congo fue un esclavo rebelde que insurgió contra el poder virreinal y, por supuesto, contra la esclavitud.
Señala Rodríguez Pastor que, “por su valor y arrojo demostrado en la permanente resistencia a los españoles que hacían los habitantes del palenque de Huachipa, fue nombrado capitán y alcalde”.
En esta rebelión, “Chavelilla”, que era el otro nombre de Francisco, fue derrotado por el ejército virreinal, condenado a la horca y luego descuartizado. Esta rebelión precedió a la de Túpac Amaru, pero no tuvo la dimensión de la del curaca, quien firmó un bando proclamando la libertad de los esclavos afroperuanos.
Estos hechos se han dado en nuestra historia, pero la de los afrodescendientes es parte de la historia universal. La negritud es una concepción del mundo, una fundamentación teórica del valor de una cultura y civilización.
En cuanto a lo histórico, recordemos que después de la independencia de las trece colonias de Norteamérica, donde continuó la esclavitud, el segundo país que proclamó su independencia fue Haití, el 1 de enero de 1804. Esta independencia se produjo gracias a una rebelión de esclavos impulsada por Toussaint-Louverture, que se convirtió en una verdadera guerra revolucionaria. Un país de esclavos afrodescendientes del Caribe fue el primer país libre de América Latina. Muchos se olvidan de este extraordinario suceso.
Cuando surgió el concepto de negritud, ya había desaparecido la esclavitud, pero continuaba el racismo no solo cultural, sino estructural en muchos países. En el fondo, todo desprecio a nuestro prójimo por el color de su piel es una vileza.
La negritud tiene destacados representantes. El senegalés Leopoldo Sengor, poeta que fue presidente de su país, y los martiniquenses Aimé Cesaire y Frantz Fanon. El primero plantea la idea de un universalismo concreto, contrario al universalismo abstracto de Occidente. Este universalismo concreto propone que el reconocimiento de la dignidad humana a través del reconocimiento del otro, o de la otra, sin importar cuál es el color de la piel o a qué cultura pertenece, debe ser real para que sea auténticamente universal.
Fuente/ Diario El Comercio
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