El BCRP proyecta un PBI para el 2025 de 3.2% y el MEF del 4%. El Profesor Baca señala que existen varias metodologías para proyectar el PBI : (i) el PBI por el lado de la actividad sectorial (oferta), (ii) el PBI por el lado del gasto (demanda), (iii) el PBI por el lado del ingreso y (iv) el uso de modelos de equilibrio general que incorporan todos estos enfoques simultáneamente. Y describe cada uno de los mismos.
La metodología para proyectar el PBI por el lado de la oferta analiza las actividades económicas sectoriales que contribuyen al PBI, como la agricultura, la minería, la pesca, la industria, entre otros. Cada sector es evaluado con base a su valor agregado bruto, que se calcula como la diferencia entre el valor de la producción y los insumos intermedios. Las proyecciones en este marco dependen de factores como la capacidad productiva, los niveles de inversión, las políticas sectoriales y sus tendencias históricas. Est permite analizar la estructura productiva de la economía,pero enfrenta desafíos relacionados con la disponibilidad y precisión de los datos sectoriales y la posibilidad de imprevistos, que alteren las proyecciones.
El enfoque basado en la demanda se centra en los componentes del gasto: consumo privado, gasto gubernamental, inversión y exportaciones netas . Este método permite proyectar el PBI en función de la demanda interna y externa, considerando variables como ingresos, tasas de interés, políticas fiscales , comercio internacional, y condiciones globales.
La metodología por el lado del ingreso descompone el PBI en función de los ingresos generados en el proceso de producción, tales como salarios, rentas, intereses y beneficios empresariales. Proyectar el PBI utilizando este enfoque requiere evaluar cómo la inflación, el empleo y la productividad, afectan la distribución y el crecimiento de los ingresos. Aunque es menos utilizado para proyecciones a nivel macroeconómico, este enfoque resulta útil en estudios donde el análisis de la pobreza y la distribución de los ingresos tiene un papel central.
Los modelos de equilibrio general constituyen un enfoque más integrado y sofisticado para la proyección del PBI. Estos modelos toman en cuenta todos los elementos de las otras metodologías, utilizando herramientas matemáticas y computacionales para simular la interacción entre diferentes agentes económicos (consumidores, empresas, gobierno) y mercados. Incorporan restricciones de equilibrio en factores como oferta y demanda, precios relativos y flujos de comercio. Una de las fortalezas de estos modelos es su capacidad para generar proyecciones coherentes, dado que consideran la interdependencia entre los sectores y las políticas. Sin embargo, su implementación requiere supuestos detallados y un alto volumen de datos.
Esta es la metodología que usa el Profesor Baca con su modelo PREDICE.
En un modelo de equilibrio general dinámico, la herramientas más comunes para entender su comportamiento se encuentran la variación anual del PBI (tasa de crecimiento), el ciclo de negocios y el PBI potencial. Cada una de estas métricas aporta una visión complementaria, pero tienen diferencias fundamentales en su definición, propósito y evolución.
La variación anual del PBI mide el cambio porcentual en el valor total de los bienes y servicios producidos en un año. Es una métrica que refleja la actividad económica en el corto plazo y es sensible a factores coyunturales como políticas públicas, fluctuaciones en la demanda interna y externa, así como eventos extraordinarios (crisis financieras, desastres naturales, etc.).
La evolución de esta variación tiende a ser volátil como se puede apreciar en el gráfico que adjuntamos,ya que ello responde a cambios inmediatos en el entorno económico.
En rigor, el ciclo de negocios describe las fluctuaciones recurrentes en la actividad económica alrededor del PBI potencial. Es ello dividido en cuatro fases: expansión, auge, recesión y recuperación. A diferencia de la variación anual del PBI, los ciclos de negocios son más largos y reflejan la tendencia general de una economía a superar o caer por debajo de su capacidad productiva . Por ejemplo, una expansión representa un periodo de crecimiento continuo, mientras que una recesión señala una contracción económica. Los ciclos de negocios están influenciados por factores estructurales como inversiones, innovación tecnológica y política monetaria.
El PBI potencial es una estimación del nivel máximo sostenible de producción que puede alcanzar una economía sin generar presiones inflacionarias. Su evolución es más estable y está determinada principalmente por factores estructurales de largo plazo, como la acumulación de capital, el progreso tecnológico y la calidad del capital humano . A diferencia del PBI anual y el ciclo de negocios, el PBI potencial no refleja las fluctuaciones de corto plazo, sino el límite superior de la capacidad económica.
De las recientes declaraciones del ministro de economía se deduce que el MEF está utilizando un análisis del PBI por el lado del gasto . es decir de la demanda. Sus proyecciones están basadas en proyectar de forma optimista los niveles de inversión pública y privada sin tomar en cuenta el entorno internacional y el impacto en el consumo privado si se produce una caída en los precios de nuestros productos de exportación como consecuencia de la guerra comercial y del actual nivel del PBI potencial. La mayor distorsión que puede generar esta metodología se debe a que no toma en cuenta el ciclo económico. Los crecimientos del PBI registrados en los últimos meses no podrán ser sustentados en lo que resta del 2025, debido a que el ciclo económico proyectado está muy por encima del crecimiento del PBI potencial .
Lo mas probable es que el crecimiento del PBI sea del 3.1% en el 2025 y tienda al crecimiento del PBI potencial que en el mejor de los casos con las inversiones anunciadas por el ministro, deberá llegar a 3% a fines del 2025 .
El problema con proyecciones optimistas del PBI es que de ser utilizadas en la elaboración del Presupuesto de la República, pueden dar origen a gastos en base a ingresos tributarios sobrevalorados que, de no cumplirse, se traducirían en un elevado déficit fiscal en el 2025.