Multidimensionalidad de los derechos humanos

Sobre la determinación de lo que se engloba bajo que el concepto de «Derechos Humanos» (ddhh), no existe -obviamente- uniformidad en la doctrina correspondiente a su estudio. Lo cierto es que tiene una naturaleza común a toda la humanidad.

No es de mucho entusiasmo emprender una fundamentación de los ddhh. Dos dificultades saltan a la vista: la primera es que los ddhh varían a través de la historia y, la segunda que estos son de una intensidad variable, de tal manera que no sólo existe una jerarquía de valores hecha al tamaño de sus creadores, sino que incluso la aplicación de unos derechos resulta incompatible con la aplicación de otros

El desarrollo histórico de los ddhh, se inicia no con una positivación, sino mediante principios y valores que las sociedades impusieron para la convivencia pacífica. Sin embargo, la necesidad de positivizarlos nos lleva a la garantía de la existencia de una seguridad jurídica, que nos permita tener los elementos necesarios para reclamar a los estados su cumplimiento.

Las normas de ddhh deben de encuadrarse dentro de las condiciones que la seguridad jurídica reclama. Es decir, normas positivas de ddhh, la seguridad de ser un derecho «seguro», que la fundamentación en que se basa este derecho tenga los mínimos errores posibles sobre todo cuando se trata de ddhh; y, que las normas internas sean lo fuertemente estables a fin de no cambiar las garantías reconocidas por los Estados.

El reconocimiento y la internacionalización de los ddhh en los últimos doscientos años, ha llevado a crear los mecanismos de promoción y protección; y, aunque hay que reconocer que los esfuerzos son invalorables, aún hoy en día no hay esa percepción y ese apoderamiento de los Estados y sus sociedades en apropiarse del tema de los ddhh.

Hay que analizar con mayor detenimiento las actuales circunstancias en que se desenvuelven los ddhh, la superación a ciertos mitos y la propuesta de nuevas alternativas que nos lleven a la consolidación de estos. Para muchos sigue percibiéndose como un discurso político radical de izquierda o comunista, la realidad es que los ddhh no tienen bandera política porque nos pertenecen a todos.

Los ddhh han existido desde que existe la vida humana, aunque el concepto y la teoría de estos no dista de años atrás, son un asunto de todos porque nos pertenece. Sin embargo, existen cuatro grandes problemas de los ddhh: la conceptualización, fundamentación, determinación y realización; este último, sin embargo, es el problema más grave al que hay que buscarle soluciones prontas y efectivas.

Una de las causas profundas que está constantemente impidiendo la realización plena de los ddhh es la existencia de estructuras económicas que producen y mantienen la desigualdad económica y social. Si no existe la sensibilización para entender dentro de los más profundo de cada persona la situación que viven otras, los ddhh jamás estarán lo completamente realizados; y, los esfuerzos para ello serán vanos.

La validez de una nueva visión de los ddhh cobra mayor fuerza cada vez que las sociedades se detienen a repensar su papel y responsabilidad frente a una población que día a día incrementa y afina estrategias para la permanente vulneración de estos. De ahí la importancia de repensar la función de las sociedades en términos de la defensa, promoción y protección pensando en un presente y futuro mejor y construyendo una nueva concepción de los ddhh.

Los ddhh se debe de desarrollar desde el punto de vista de la práctica diaria por todos los seres humanos, la vivencia de los Derechos Humanos debe ir a la par de su fundamentación filosófica, su concepción jurídica o su evolución histórica. Se trata, de un proceso de formación de actitudes que, requiere de ingredientes cognoscitivos, afectivos y de manifestaciones conductuales. Debe efectuarse un cambio de enfoque de los ddhh, que promueva y fortalezca su ejercicio pleno, que lleve a una nueva forma de ver o hacer las cosas.

La construcción de una nueva visión de los ddhh debe señalar las actitudes y conocimientos que hay que desarrollar. Una actitud de aceptación, de tolerancia de las discrepancias en las convicciones, hábitos y sistemas sociales, económicos y políticos. Una actitud que aprecie los aportes de los otros pueblos a aspectos importantes de la civilización; y, una actitud capaz y abierta para examinar cuestiones de diversa índole desde el punto de vista de los demás; de “ponerse en el lugar” de los otros.

La incorporación de conocimientos referentes a los Derechos Humanos tiene sentido cuando van acompañados de una práctica coherente, que se debe reflejar en una sensibilidad y una visión amplia de los problemas de las sociedades tanto colectivos como individuales.

Una nueva visión de los derechos humanos significa trabajar para revalorizarlos, sensibilizar a las sociedades de su existencia; y, para crear condiciones de apoderamiento de todos los sectores en su defensa. Bajo estos compromisos, las bases de los derechos humanos deberían de convertirse en las guías para las políticas publicas de los estados y crear sociedades diferentes.

Conocer la teoría de los Derechos Humanos no es suficiente para afirmar que somos defensores de estos. Lo más importante es, practicar esos derechos humanos cada día y con todas las personas, bajo los principios de solidaridad y sensibilización, hasta lograr la plena realización del ser humano.

Hasta la próxima semana.

Sobre Luis Felipe Polo

Doctor en Teología, MBA, docente y experto en resolución de conflictos y derechos humanos.

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