La Esperanza del 2021

Cada año nuevo nos ha permitido asumir compromisos personales, desde cosas más domésticas y de auto ayuda hasta grandes proyectos; y, normalmente iniciamos enero con mucha ilusión y energía, convencidos de que ese será posiblemente nuestro año.

Usualmente millones de personas tenían como hábito establecer unos buenos propósitos y luchar para que todo se cumpla. Era un ejercicio interesante de planificación que incluía metas personales, familiares, laborales, comunitarias, etc. Es decir, un plan podía contener objetivos fáciles de lograr y también los difíciles que se repiten año tras año, porque el que persevera lo consigue.

Hace doce meses iniciamos un año cargados de positivismo y de alegría de lo que podía significar el número “2020”; y, para quienes creen en la numerología de los astros, representaba el número 4 (2 + 0 + 2 + 0). Su significado espiritual se podía establecer no solo por la numerología sino también a través de la conjunción de planetas y su regente, que para ese año fue el Sol que significaba la posibilidad de tener más oportunidad de conocer y buscar de mejor manera nuestra esencia, profundizando en ella para descubrir nuestra identidad y nuestro destino.

En la práctica todo lo planificado por cada uno para el año 2020 no duró mucho. Para algunas personas solo fueron días, para otras semanas y para otras pocas fueron tres meses como máximo. Luego de estos tiempos, desapareció el 2020 y con él desaparecieron y terminaron nuestros planes, objetivos, ilusiones y sueños. Luego, todo continuó como una pesadilla, pero sin dormir, de la que aún no podemos descansar.

El 2020 será recordado como uno de los peores años de la historia de la humanidad moderna; y, es que el coronavirus nos encontró con sociedades frágiles y débiles que ha hecho que siga arrasando con todo para llegar hoy de manera oficial a más de 85 millones de personas contagiadas y casi 2 millones de fallecidos. Y por ahora no hay nada que lo detenga.

 La pandemia ha tocado a todos los corazones. El dolor, las lágrimas, la indignación, la oración, la desesperanza; y, el sufrimiento de millones ha sido el de todos. Hemos visto como familiares, amigos y vecinos han sido alcanzados por el virus, nos hemos alegrado por la recuperación de muchos, hemos sufrido por la partida de otros; y, estamos con la esperanza que otros puedan recuperarse.

La humanidad ha iniciado el 2021 con tres deseos en común: que se vacune rápidamente a la mayor cantidad de personas, que se pueda encontrar alguna cura para evitar al virus; y, lo principal es que el COVID no se nos cruce en el camino. Y es que, a estas alturas, nadie está libre.

Aunque el 2021 no nos permite por ahora hacer grandes planes, no dejemos de ilusionarnos cada día más por la belleza de la vida, no sólo estar motivados sino principalmente para tomar acción de lo que está a nuestro alcance por ahora.

Los seres humanos usualmente tenemos la libertad de escoger y optar por diferentes modos de vida. Las sociedades se encargan de absorber a cada uno de nosotros en sus dinámicas económicas, sociales, culturales, políticas, etc.; y, pocas veces tenemos tiempo para analizar a profundidad si en verdad somos consecuentes con lo que creemos, o simplemente lo llevamos a cuestas por necesidad de supervivencia.

No exista persona en el mundo que no se haya detenido alguna vez en su vida para preguntarse y cuestionarse sobre su existencia y sobre la vida. Cada uno ha tenido respuestas que lo ha satisfecho o no. La pandemia ha sido una puerta diferente para aprender más de la vida, la naturaleza, la ciencia; y posiblemente, nos hemos acercado un poco a conocernos más y a encontrar nuestra verdadera misión.

El 2021 debe ser un año de esperanza, debe servir para analizar y reflexionar las razones por las cuales grupos de personas han sido olvidadas y marginadas de las sociedades; y, entender que todos los seres humanos somos iguales y como tal, todos tenemos los mismos derechos.

Este año tengo la esperanza del inicio de una nueva humanidad, que traspase los límites de todas las ciencias; y, la única forma es concibiendo al ser humano como el más noble y dispuesto a entregarse por ayudar a los demás.

Hasta la próxima semana.

Sobre Luis Felipe Polo

Doctor en Teología, MBA, docente y experto en resolución de conflictos y derechos humanos.

Comments

A %d blogueros les gusta esto: