Jesús por encima de la política

El 11 de abril se celebrará las elecciones presidenciales peruanas y según las encuestas hay permanentes cambios en las preferencias electorales, de los 18 candidatos están 6 quienes tienen opción de pasar a segunda vuelta. Nada esta dicho y a diferencia de otras elecciones anteriores donde el puntero estaba claro, la pelea estaba en quien quedaba en segundo lugar.

Pero la folclórica y compleja política peruana ha puesto a Jesús como protagonista de esta campaña. En elecciones pasadas las iglesias protestantes tenían mas activismo político desde el punto de vista de conseguir los votos. Esta vez, también algunos representantes del catolicismo están usando el pulpito para hacer propaganda en favor de uno de los candidatos que pertenece al Opus Dei; la semana pasada un sacerdote en su prédica, además de ensalzar a este candidato, llamar pobres diablos a dos jóvenes que murieron en las protestas del año pasado, atacó a algunas monjas que según sus propias palabras están haciendo campaña por la candidata de la izquierda.

Jesús ha sido, es, y será un personaje excepcional desde todos los puntos de vista. Ha partido la historia en dos: antes de Cristo, después de Cristo. Su accionar de preocupación por los desvalidos hizo que hasta sus propios parientes creyeran que había perdido el juicio y con esto no estaba honrando a su familia. Sus detractores lo acusaban de estar poseído de un espíritu maligno, porque no acciones no estaban acordes con lo normal para la época.

Jesucristo era un maestro, era El Maestro, quien no necesitaba preparar sus clases, no tenía que leer libros porque él era El Maestro, con un mensaje diferente, fresco, innovador, revolucionario y que se tomaba contra los dirigentes de ese entonces. Su mensaje era espontaneo, equilibrado, objetivo, neutral y sincero, pero tenía la firmeza para que con argumentos inobjetables nadie podía decir lo contrario. Su mensaje era directo, lucido, sin exageraciones, simples, generosos y desinteresados; su único interés era defensa de Dios y del Reino de Dios.

Su único interés era ayudar a los desvalidos y a la humanidad, que haya un mundo justo donde todos tengan acceso a los servicios de los pueblos como alimentación, salud, trabajo, pago de impuestos justos, etc. Su mensaje lo transmitía sin desvariar, coherente, reflexiva y brillantemente, era decidido, fuerte e imponente, no manipulaba y no engañaba.

No era idealista ni soñador, era realista y nunca se desconectó del mundo sensible, vivía en la realidad por más dura que esta fuera. Sus parábolas eran mensaje de espíritu realista de lo cotidiano de las actividades de la vida, de pescadores, agricultores, obreros, desempleados, de los que ganaban poco dinero, enfermos, de las mujeres y sus desigualdades en la sociedad, del hambriento, del rico que no le interesa el pobre, de la madre que está a punto de dar a luz; es decir, los derechos humanos fueron su palabra y preocupación.

Invocó al amor entre las personas, a todos consideraba sus hermanos como hijos del mismo Padre, hablaba de la universalidad y la fraternidad. Daba prioridad al valor ético al interior de cada persona, prometiendo el reino donde pobres, afligidos, humildes, pacíficos y perseguidos obtendrán su propia recompensa. Cristo era siempre comprensivo con la debilidad humana, pero no aceptaba la mentira, hipocresía, falsedad, ambición y comodidad.

Su activismo en derechos humanos lo llevó a sentir el sufrimiento de los otros, abrazó la más estricta pobreza, no tenía casa donde dormir, comía lo que se le presentaba día a día, vivía con lo esencial en vestido. Muchos se preguntan si Cristo hizo activismo político. A pesar de haber vivido en una realidad temporal y política complicada, no fue atrapado por la política ya que su misión era otra. A pesar de que su mensaje abarcaba a todos y su palabra se leía como actos políticos, supo trascender a la política y su accionar era un llamado de atención a los abusos y violaciones de la misma política que se escudaba en la religión igual que estos tiempos.

Quienes lo consideraban político lo veían como un revolucionario que se atrevió a expulsar a los mercaderes del templo y se enfrentó a los líderes de la época sin miedo alguno. Jesús nunca fue un militante político como tradicionalmente son los políticos, su preocupación se ve cuando quiere que sus hermanos excesivamente politizados lleven sus ideales a algo más elevado y trasciendan a defender una u otra postura para avocarse a luchar por los derechos de todos.

Jesús da ejemplo a la humanidad que no se necesita ser militante de un partido político para hacer los cambios que se necesita, su misión fue anunciar el reino no pasado sino futuro de la humanidad fundada en esa justicia y esa práctica diaria de la que el predica. Los derechos humanos que Jesús defendía y que era activista, fundamentalmente estaba dirigido para todos, no solo era su mensaje, sino también sus acciones por los marginados sociales a quienes dirigió su misión.

Jesús crucificado representa el sacrificio de su vida por la de los pecadores. Sus derechos humanos son violados por quienes gobernaban en ese momento, lo tomaron como un revolucionario y delincuente político que trato de poner a la población en contra de sus líderes y crear un nuevo pacto social.

La defensa y promoción de los derechos humanos desde las Iglesias deberían de tener un mensaje contestatario ante los sistemas económicos y sociales actuales, no se trata de solo de predicar la palabra de Dios, sino trabajar directamente con quienes más lo necesiten. Son muchos los religiosos que trabajan por quienes más sufren, otros trabajan por quienes son opresores.

Hoy es necesario consolidar la opción cristiana por los pobres y los marginados, la defensa a sus derechos humanos y su integración libre y sin condiciones por el hecho de ser personas, especialmente en un mundo donde posiblemente está cada vez menos cristiano por diversas razones, especialmente entre la juventud.

Para muchos el uso de la cristiandad de partidos políticos, sindicatos, regímenes de gobierno, etc. no es aceptable ya que pretenden apoderarse de una corriente donde muchas veces solo les sirve de carta de presentación y no como praxis diaria. La necesidad de una nueva mirada hacia Cristo y su misión por los derechos humanos, debe de traslucirse desde la inclusión, tolerancia y humanidad.

Hasta la próxima semana.

Sobre Luis Felipe Polo

Doctor en Teología, MBA, docente y experto en resolución de conflictos y derechos humanos.

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