Jesús activista de los derechos humanos

Los derechos humanos (ddhh) han tenido a través de la historia diversos conceptos generales; sin embargo, su concepción desde el punto de vista doctrinario y filosófico es único. Lo real es que en pleno Siglo XXI los ddhh no se aceptan que son iguales para todos y las prioridades de su garantía y cumplimiento desde los estados, va a depender del grado de sus violaciones y no desde su concepto.

De allí que la validez de una nueva visión de los ddhh cobra mayor fuerza cada vez que las sociedades se detienen a repensar en su papel y responsabilidad frente a una población diversa que lo que quiere es sobrevivir en esta jungla llamada humanidad. Por eso es importante reconvertir la función de las sociedades en términos de la defensa, promoción y protección de los ddhh, para no solo tener una nueva concepción de estos, sino una nueva óptica.

Todos sabemos que Jesús ha sido, es, y será un personaje excepcional desde todos los puntos de vista. Ha partido la historia en dos. Su accionar de preocupación por los desvalidos hizo que hasta sus propios parientes creyeran que había perdido el juicio y con esto no estaba honrando a su familia; y, sus detractores lo acusaban de estar poseído de un espíritu maligno, porque sus acciones no estaban acordes con lo normal para la época.

Jesucristo era un maestro, era El Maestro, quien no necesitaba preparar sus clases, no tenía que leer libros, siempre con un mensaje diferente, fresco, innovador, revolucionario interpretándose en contra de los gobernantes de ese entonces. Su mensaje era espontáneo, equilibrado, objetivo, neutral y sincero, pero tenía la firmeza para que con argumentos inobjetables nadie podía decir lo contrario. Era directo, lucido, sin exageraciones, simples, generosos y desinteresados.

Su único interés era ayudar a los desvalidos y ayudar a la humanidad para que el mundo sea justo y donde todos tengan acceso a los servicios de los pueblos como alimentación, salud, trabajo, pago de impuestos justos, etc. Su mensaje lo transmitía sin desvariar, coherente, reflexiva y brillantemente, era decidido, fuerte e imponente. No manipulaba a la gente, no discriminaba y no engañaba ni usaba palabras de doble sentido.

No era idealista ni soñador, era realista y nunca se desconectó del mundo sensible, vivía en la realidad por más dura que esta fuera. Sus parábolas eran mensaje de espíritu realista de lo cotidiano de las actividades de la vida, de pescadores, agricultores, de obreros, de los desempleados, de los que ganaban poco dinero, de los enfermos, de las mujeres y sus desigualdades en la sociedad, del hambriento, del rico que no le interesa el pobre, de la madre que está a punto de dar a luz; es decir, los derechos humanos como los conocemos ahora fueron la palabra y la preocupación de Jesucristo sin excepción alguna.

Invocó al amor entre las personas, a todos consideraba sus hermanos como hijos del mismo Padre, hablaba de la universalidad y la fraternidad. Daba prioridad al valor ético, al interior de cada persona, prometiendo el reino donde pobres, afligidos, humildes, pacíficos y perseguidos obtendrán su propia recompensa.

Cristo era siempre comprensivo con la debilidad humana, pero no aceptaba la mentira, hipocresía, falsedad, ambición y comodidad.

Su activismo en derechos humanos lo llevó a sentir el sufrimiento de los otros y a pesar de haber vivido en una realidad temporal y política complicada, no fue atrapado por la “política” ya que su misión era otra. Supo trascender a la política y su accionar era un llamado de atención a los abusos y violaciones de los derechos humanos de los políticos que escudándose en la religión hacían política.

Jesús nunca fue un militante político como tradicionalmente son los políticos, su preocupación está en que sus hermanos excesivamente politizados lleven sus ideales a algo más elevado y trasciendan a defender una u otra postura para avocarse a luchar por los derechos de todos por igual.

Ante una crisis humana donde menos se predica al Dios de Jesús, es necesario dar una mirada a la Biblia como texto puro para darnos cuenta de que Dios no se revela desde lo infinito que es o lo omnipotente entre otras características, sino lo hace para luchar por la justicia entre los seres humanos y se encarga de llevar ese mensaje para el respeto de lo que hoy conocemos como los derechos humanos.

Mas allá de la Fe religiosa toda la humanidad debe reconocer que la lucha por la justicia se traduce en la vida y las predicas de Jesús. Los derechos humanos no solo es teoría, sino en un mundo donde cada vez se violan y desconocen, constituye el ejemplo de solidaridad y sensibilidad; y, es una fuente de inspiración.

Jesús da ejemplo a la humanidad que no se necesita ser militante de un partido político para hacer los cambios que necesitamos y su misión fue anunciar el reino no pasado sino futuro de la humanidad fundada en esa justicia y esa práctica diaria de la que predica.

En estas épocas de incertidumbre en la historia de la humanidad, debemos de reaccionar para liberarnos de opresiones y de desigualdades. Los ddhh no tienen nada que ver con creencias religiosas, sino se trata de seguir el ejemplo de Jesús dejando de lado apasionamientos religiosos, para la defensa de la humanidad y la mirada compasiva hacia quienes más sufren y desarrollar un activismo más comprometido y diferente.

La defensa y promoción de los derechos humanos debe de tener un mensaje contestatario ante los sistemas económicos y sociales que imperan en la humanidad. Usar la palabra de Cristo para compromisos políticos de derecha, centro e izquierda debería de representar mayor sensibilidad y consolidar la opción cristiana por los pobres y los marginados, la defensa a sus derechos humanos y su integración libre y sin condiciones a las sociedades, no hacerlo es hipocresía.

Hasta la próxima semana.

Sobre Luis Felipe Polo

Doctor en Teología, MBA, docente y experto en resolución de conflictos y derechos humanos.

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