Editorial: coronavirus nos obliga a replantear conductas, gestos y valores

27 de marzo de 2020 

Un pandemia mundial llamada coronavirus obliga a la humanidad a replantear conductas, gestos y por qué no restituir valores que estuvieron ausentes o perdidos en el seno de las familias.

Con su presencia amenazadora para la salud y la vida de todos, ha obligado a las personas a suspender todo tipo actividad para ingresar en cuarentena  o aislamiento social medianamente prolongados  para enfrentarlo y vencerlo.

Y es precisamente en el marco de este aislamiento social que se da el replanteo de una sucesión de cosas como por ejemplo una convivencia forzada de largas horas con la familia.

Nos hemos acostumbrado a dedicarle el  mínimo tiempo a nuestras familias, la poca comunicación entre padres e hijos, entre parejas y otros miembros del grupo familiar; de ahí la pérdida progresiva de los valores que hoy a fuerzas de circunstancias pareciera que se restituyen, como por ejemplo, la responsabilidad, la disciplina, la firmeza, la solidaridad, el entendimiento de las cosas, la comprensión, la fraternidad.

Este aislamiento social además de ser una medida eficaz para derrotar al coronavirus, nos tiene que ayudar a fortalecer las familias que son los pilares de una sociedad y el punto de partida de todo crecimiento y desarrollo como Nación.

Este nivel de conciencia tiene que ayudarnos y llevarnos a valorar a nuestros padres,  hijos, hermanos, abuelos, etc; a repensar cómo hemos llevado nuestras vidas y el rumbo o sentido que le hemos dado. ¿Cuán importante es sentirse cobijado por una familia no? una familia a la que probablemente no hemos sabido respetar, cuidar, amarla y dedicarle el tiempo de calidad.

Si algo tenemos que agradecer a esta pandemia es eso, que este aislamiento social  nos ayude a pasar más tiempo con uno mismo y con la familia.

Hay personas carentes de afecto, que perdieron a sus padres, hijos o tutores, que se quedaron sin familia y por el contrario, quienes sí la tenemos no lo sabemos valorar, porque de pronto nos sentimos omnipotentes, autosuficientes como lo sostuvo el Papa Francisco en la homilía de hoy 27 de marzo, que remeció las conciencias de la humanidad. Un eco que estamos seguros traspasó a toda religión.

Otro de los aspectos que se ha restituido es la higiene. ¿Con cuánta frecuencia nos lavamos las manos? una cosa tan sencilla y que forma parte de la educación en familia y en los colegios, se convierte hoy en día en la práctica más eficaz para evitar el coronavirus y otros tipos de enfermedades.

El coronavirus nos está enseñando la importancia de desinfectarnos, de lavarnos las manos con agua y jabón. Una práctica que debe mantenerse siempre en nosotros. Pues la  higiene es para toda la vida y es el reflejo de quienes somos.

El coronavirus al parecer está sacando lo mejor de nosotros ¿Cuál es? gestos de agradecimiento.

El agradecimiento es una expresión de nuestra propia naturaleza como seres humanos. Es una correspondencia de una atención recibida, a quienes su exponen sus vida por nosotros. Por ejemplo, el hecho de que ciudadanos se organizan para dejarles comida a quienes recogen la basura por las noches y haciendo lo mismo  para la PNP y FFAA quienes pasan toda la  noche y madrugada velando por nuestra seguridad.

Son gestos que expresan fraternidad, agradecimiento y unidad. Eso quiere decir, que forma parte de nosotros, está en nuestro interior, sólo hay que ponerlo en práctica, no solo en esta coyuntura sino para toda la vida. Y en la medida de que esta práctica sea una constante en nuestros quehaceres empezaremos a descubrir qué somos, quiénes somos.

Es un interesante descubrimiento que solo uno mismo puede hacerlo. Eso se llama el reencuentro con uno mismo, pues ese es otro lado de la cara de la moneda de esta pandemia.

Finalmente, al coronavirus se le derrota con un sentido de responsabilidad y conciencia cívica. Probablemente sea uno de los déficit que saltan a la vista, aunque puesto de manifiesto en grupos de ciudadanos en minoría con relación al más del 90% de la población que sí viene acatando, las disposiciones de un estado de emergencia.

Desacatar el toque de queda y el aislamiento domiciliario es el reflejo del poco entendimiento y falta de conciencia de la grave situación que atravesamos todos los peruanos y quienes se encuentran bajo la jurisdicción del Estado peruano por el tema de la pandemia.

Salir durante el toque de queda y enfrentar a la autoridad comporta conductas reprochables y peligrosas para la sociedad. De otro lado, las autoridades tampoco puede incurrir en un exceso de sus funciones que comporten un abuso de autoridad.

El coronavirus nos obliga a replantear conductas, patrones, gestos y valores que nos puedan ayudar a crecer como personas y acercar a las autoridades, al Estado con la población en una relación de entendimiento mutuo.

El coronavirus no distingue naciones, ni nacionalidades, ni cargos, te conviertes en su víctima al menor descuido que tengas.  Solo respetando el aislamiento y las disposiciones del gobierno lo vamos a vencer.

Por eso QUÉDATE EN CASA.

 

 

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