A pocos meses de que concluya este quinquenio ( 2016-2021) en el que los peruanos elegimos a un Presidente, a dos Vicepresidentes, Representantes al Parlamento Nacional y Representantes al Parlamento Andino, lo cierto es que el Perú ha vivido un constante estrés político que le ha significado retraso en su desarrollo, debilidad en el sistema democrático, decepción en sus representantes nacionales , pérdida de credibilidad en el encargo político de una eficaz gobernabilidad para garantizar el bien común, un concepto poco entendido y practicado por quienes nos han gobernado.
A esto sumamos, la pandemia COVID-19 que desnuda por completo las carencias y deficiencias de un Estado, una sociedad dividida, discriminadora y una ciudadanía en decadencia que no aplica deberes fundamentales como es el respeto a la Constitución, a la ley, a las autoridades. En consecuencia, representa un quinquenio con muchos Karmas desde el punto de vista místico, nos encontramos en una etapa de depuración.
Se dice que cuando tenemos que enfrentar Karmas, que son saldos pendientes en el recorrido de nuestras vidas y de otras en el pasado, la mejor actitud es la paciencia, el valor y la sumatoria de decisiones positivas que podamos tomar para mitigar los efectos del Karma y hacerlo más digerible.
Si lo trasladamos al campo político que es el escenario donde ha nacido una suerte confrontaciones entre poderes (Legislativo y Ejecutivo) tenemos como resultado que las decisiones políticas adoptadas por ambos poderes desde el inicio del quinquenio no fueron acertadas y no se ha tenido actitudes de tolerancia y dialogo para mitigar los efectos de una confrontación política.
Ante la ausencia de ello, conllevó a la renuncia del Presidente PPK, luego la disolución del Congreso que para unos fue constitucional y para otros no lo cual nos condujo a un período de interregno parlamentario hasta la elección del nuevo Parlamento; luego, tenemos un Parlamento nuevo y sin mayorías, distintos grupos políticos que hoy acaba de aprobar el inicio de un proceso de vacancia del Presidente; la censura de un gabinete ministerial; un Ejecutivo que seguramente le acomodaba mejor el interregno parlamentario (sin congreso) que con el actual parlamento que salió «respondón, es decir, no alineado como se pensó o se creyó que sería.
Lo cierto es que en medio de esta crisis tenemos una muy grave y de escala mundial que es la pandemia COVID-19 y que no solo le ha arrebatado la vida a miles de peruanos sino que ha demostrado por un lado, un Estado deficiente en gestión pública, una enorme burocracia administrativa, un sistema de salud decadente que da terror, por la poca sensibilidad humana en la atención de pacientes con COVID de la cual todo el país fue testigo especialmente en los centros de emergencia de hospitales públicos; de otro lado, un personal de salud carente de lo básico para ejercer funciones como son los equipos de protección.
Los efectos colaterales de la pandemia nos han hecho más vulnerables en la economía, en el desempleo, en la educación y por supuesto en la salud; sumado a un sector de la ciudadanía que desde el inicio hizo caso omiso a esta pandemia, que sale a las calles con actitudes desafiantes e irresponsables ante las autoridades lo cual denota tenemos una ciudadanía en decadencia y que poco nada se ha entre la sociedad y el Estado por construir una cultura de deberes fundamentales, una ciudadanía responsable de sus actos, comprometida con su país. Hoy vemos esa decadencia de valores y principios que no hemos sabido cultivar. ¿En qué momento lo perdimos? Hoy los sentimos y duele ver como nos transformamos creyendo o actuando que somos los dueños de todo cuando no somos dueños de nada, cuando avasallamos y destruimos la imagen y el honor de personas, cuando denunciamos solo con el ánimo de perjuicio o venganza; cuando insultamos a nuestras autoridades después que nos llaman al orden; el lenguaje comunicacional de prepotencia y actitudes soberbias nos ha socavado como personas y como ciudadanía. ¿Vamos a seguir así? El cambio comienza con uno mismo. De algo tiene que servir la cuarentena para tomar consciencia de que cómo hemos actuado. Sino emprendemos el cambio ahora nos será difícil después.
Por el lado del Ejecutivo, tenemos un presidente de la República que desde el inicio de su mandato constitucional (2 años y medio) se puso al frente de la lucha contra la corrupción, la caída de varios jueces y fiscales; el destape de Odebrecht, empresarios, políticos, expresidentes, líderes políticos, funcionarios entre otros personajes comprometidos con la corrupción. Hechos que le dieron sin duda el apoyo ciudadano, que lamentablemente no ha sabido conservar ni considerar.
La conducción de la pandemia no ha sido del todo exitosa, por un lado si bien las medidas de aislamiento y toque de queda son aún necesarias como prevención frente a la pandemia, no menos cierto es que dichas medidas debieron ir acompañadas desde el inicio con enfoques comunitarios en coordinación con los gobiernos locales y regionales; lo cual significa que sí desde el inicio se hubiera hecho el despistaje de COVID en cada distrito, como se viene haciendo ahora, probablemente otro sería el contexto; reacciones muy tardías que trajo como consecuencia pérdidas de vidas humanas y proliferación de contagios; reactivación de la economía sin primero resolver el tema de transporte público que se ha convertido en otro foco infeccioso después de los mercados y de la informalidad propiamente dicha.
Un Ejecutivo con un presidente que hoy decepciona al Perú escuchándolo en audios difundidos, cómo conspira con sus asesores para mentir y negar la verdad de un hecho existente sobre el vínculo que tiene con un polémico personaje Richard Cisneros quien fue contratado por el Estado en especial el Ministerio de Cultura, las visitas que hizo a Palacio de Gobierno, hechos que bien pueden tratarse de un delito de encubrimiento y obstaculización de la justicia. ¿Dónde quedó su discurso de lucha contra la corrupción? Increpó a otros la falta de ética y ¿qué es lo que hemos escuchado?
Un presidente que no le ha dado explicaciones al país, que pretende minimizar los efectos de su conducta seduciendo a la ciudadanía que es una víctima de las circunstancias ¡que las fuerzas oscuras lo vuelven atacar! ¡Válgame Dios ¡¿Por quién nos toma? O ¿Cree que puede avasallarnos de esa forma?
El Presidente de la República se debe a su pueblo, le dimos el encargo político de gobernarnos, pero no conduciéndonos por el camino de la confrontación. El mensaje presidencial fue confrontacional con lenguaje callejero al decirle al Parlamento ¡no me corro, no voy a renunciar, quieren vacarme aquí me tiene!, el encargo político es por la representación de nuestros intereses nacionales no que ande pechando. El gobierno no puede equiparse a una pelea callejera.
Lo decente hubiera sido primero expresar las disculpas públicas al Perú por haberle mentido o negado la relación con el Sr Cisneros cuando se le preguntó en su oportunidad y que hoy es una de las causas de esta crisis política, y luego ponerse a disposición de la Fiscalía. Primero las disculpas, en la política los gestos cuentan y un Presidente le rinde cuentas a su pueblo, no se olvide jamás de ello. Hacerlo denota la calidad de persona que somos y la catadura moral que tengamos.
Vacado o no lo cierto es que tenemos como resultado un Presidente cuyo liderazgo no solo está debilitado o desgastado sino deslegitimado que es lo peor. En el contexto de pandemia, se ha visto muchas reclamaciones ciudadanas en todo el país pues no se ha sentido presencia o apoyo de Estado.
No negamos el esfuerzo que se ha hecho y se viene haciendo, pero las reclamaciones no pueden dejar de ser atendidas. La capacidad de respuesta que demos estará sujeta a la amplia vocación del servicio y de eficiencia en la gestión-.
Con la difusión de los audios se vislumbra la falta de idoneidad, calidad moral de asesores que rodean al presidente. Esa será su responsabilidad absoluta. Para gobernar las riendas de un país, se necesita estar premunido de personas con amplia experiencia profesional y política y no que coloquen al país en una grave crisis como la que hoy se vive. “Dos mujeres en pugna” desde Palacio de Gobierno que han colocado en jaque al Presidente y al país. No hay derecho para hacerle esto al Perú
Señor presidente, la responsabilidad que usted asumió por el Perú no es conducirlo por el camino de su seducción política, sino para que les garantice a todos los peruanos algo que no se ha entendido ni en su gestión ni la anterior ni en quinquenios anteriores “El Bien Común”. En la medida que ello se pueda entender y aplicar recién estaremos preparados, por un lado, para que gobiernen y de otro lado, para exigir como ciudadanía que se cumpla.
Por el lado del Parlamento, si bien son representantes elegidos por la ciudadanía tras la disolución del Congreso, resultó ser un Parlamento “respondón” es decir, vive su autonomía, su institucionalidad lo cual es legítima porque descansa en la voluntad popular y aunque no plenamente sean acertadas sus decisiones políticas, entraron al juego del populismo como lo viene haciendo el Ejecutivo. En lo que va de su gestión, ya censuraron a un gabinete y admitieron una Moción de vacancia presidencial.
Uno de los pilares de la democracia es el contrapeso de poderes, que no es lo mismo a la confrontación de poderes, lo que se ha dado en este quinquenio es la confrontación de poderes por demostrar quién es más fuerte o quién resiste más. Es un juego peligroso. Lo hemos vivido hace poco con la disolución del Congreso que si bien se puso fin a una confrontación política, hoy se repite otras vez, escenarios de confrontaciones entre Ejecutivo y Parlamento. !seguimos en lo mismo!. Sin duda un quinquenio Karmático.
Al Parlamento le tiene que quedar claro que su mandato es por un año, es decir, hasta la culminación de este quinquenio sin posibilidad de reelegirse. Por lo que cualquier estrategia o acción política que pretenda desnaturalizar el encargo político que se le dio, no solo es un acto de traición al pueblo que lo eligió sino es privarle el derecho que tiene la ciudadanía de elegir a sus próximos representantes en las elecciones generales próximo. Al pueblo se le escucha y se le respeta punto.
Hoy vivimos una crisis muy severa en la política nacional del Perú, originada desde Palacio de Gobierno y agravada por el Parlamento por el inicio de un proceso de vacancia presidencial. El Ejecutivo busca parar el procedimiento de vacancia con la presentación de una demanda competencial ante el TC y el Parlamento ya agendó día y hora. El lenguaje confrontacional del Ejecutivo del pecheo, yo no me corro, si me quieren vacar aquí estoy, dio como resultado la respuesta rápida del Parlamento. ¿Ese es el encargo político que el pueblo les dio? ¿Con qué derecho le hacen esto al Perú? ¿Están pensando en el Perú o en la forma de cómo solapar sus carencias?