29 de septiembre de 2019
El Perú es un país impredecible.
Hace años en una Conferencia en Estados Unidos, escuché esta lapidario calificativo con que un grupo de estudiosos describían a nuestro país. Por el momento no les creí, pero ahora viendo los recientes acontecimientos, desafortunadamente, debo darles la razón.
No sabemos qué sucederá mañana, qué autoridades tendremos, si continuará el mismo Presidente, si continuarán los mismos Congresistas o los mismos miembros del Tribunal Constitucional.
Ante esta alta incertidumbre, por supuesto que cunde la desconfianza y hasta el caos. ¿Qué inversionista nacional o extranjero va a querer poner su dinero en un país impredecible? Si no hay inversiones, la rueda de la economía se hace cada vez más lenta, habrá menos empresas, menos trabajo, más pobreza y más delincuencia.
Y las actuales autoridades, elegidas para llevar a la población a una situación superior, nos están conduciendo a un desastre, por su incapacidad para encontrar consensos, por defender sus intereses personales por encima del interés de la población, por su soberbia, negligencia y traición.
Traición por que no fueron elegidos para que nos lleven a un desastre, sino para que avancemos hacia el logro del bien común.
Vamos a cumplir 200 años de República y no hemos logrado ponernos de acuerdo en un PROYECTO NACIONAL, 200 años sin rumbo, y la culpa es sólo nuestra, la culpa es de todos los peruanos, electores y elegidos, gobernantes y gobernados.
El Perú es un país impredecible. No es hora de llorar, es momento de actuar…
¡PERU, EN SU HORA CERO!