Cuando uno observa el mapa de América del Sur, lo primero que capta es que se ha teñido de rojo. Una somera mirada de norte a sur atestigua que Venezuela perdió el rumbo y, la dupla Chávez-Maduro transformaron al país más rico de la región, en el más pobre, en que millones de personas del país llanero, huyen a otras latitudes buscando esperanza de vida.
Colombia, con décadas de buena direccionalidad, en que gobiernos democráticos como los de Pastrana, Uribe, Santos y Duque lograron someter a las fuerzas de la sedición, se ha volcado a la direccionalidad equivocada en reciente proceso electoral.
Ecuador con altibajos conocidos y con el temor a que al actual gobierno, le falte fortaleza para enfrentar a las veleidades rojas y caviares.
Brasil, con el temor de que retorne el populismo de Lula, cuyas consecuencias no saborearon sino sufrieron los cultores de la Samba y del Bossa Nova.
Bolivia, que pese a los esfuerzos para desmarcarse de Evo Morales y su ideólogo García Linera, no lo logra, incluso se anclan.
Argentina lleva años de seguir el curso retardatario y populista de Perón y los Fernández, de idéntico apellido pero de similar pelaje, siguen haciendo de las suyas, habiendo convertido al granero y establo de América, en un país de carencias.
Chile, que por décadas fue la joya de América, hoy sigue ruta errada luego de haber sucumbido a las tentaciones populistas ya conocidas.
Si bien Uruguay ha padecido a la izquierda, ella fue lo suficientemente inteligente para no haber vacunado a la República Oriental contra la epidemia marxista. Paraguay aún es un caso aparte, aunque de pronóstico reservado.
Hemos dejado al Perú para el final y, no solo por cortesía, sino porque directamente nos toca, ya que, pese al crecimiento y desarrollo de tres décadas continuas, con sus más y sus menos, hemos cambiado de rumbo, olvidando que disminuyó la pobreza, hubo más empleo, muchísimas más familias se convirtieron en adquirientes y usuarios de bienes y servicios y había esperanza generalizada.
Tan estábamos en la senda o camino adecuado que, conjuntamente con México, Colombia y Chile conformamos la Alianza del Pacífico, al tener ideales económicos y sociales similares, haber emprendido la ruta del crecimiento y encima pretender incorporarnos a la OCDE.
¿Qué nos pasó? y ¿Por qué cambiamos?, son preguntas que nos tenemos que hacer. La ola o marea roja nos cogió desprevenidos y aletargados, es posible. También lo es que la pandemia nos atontó y aturdió, aunque no lo suficiente para tan desastroso presente.
También deberíamos preguntarnos ¿Qué hicimos? o ¿Qué no hicimos? y la respuesta es que existiendo más de un millón de venezolanos que huyeron de su país y estaban en el Perú, no le dimos importancia, no vimos su ejemplo, como tampoco hicimos lo suficiente para sacar a más peruanos de la pobreza y pasarlos al camino del desarrollo.
Hay que abrir los ojos, como dicen: ojo, pestaña y ceja. Aún no hemos perdido ni la fe ni la esperanza.
Fuente: EXPRESO – Lima, 19 de agosto de 2022