Los líderes del llamado «socialismo del siglo XXI» más allá de la agenda política que impulsan en América Latina, tienen en común el haberse enriquecido en el ejercicio del poder.
En el Perú con la presencia de Perú Libre y de Pedro Castillo en el gobierno, queda demostrado en pocas semanas de gestión, como bajo la sombra de una supuesta defensa del pueblo, actuán políticos ávidos de poder y faltos de principios. Pedro Castillo expresa la mediocridad, el cinismo, la mentira y la audacia; más allá de tratar de liderar un proceso de recuperación de nuestra economía e incluso proponerse impulsar un proyecto político autoritario; no cabe duda que su primera preocupación ha sido la de enriquecerse en el ejercicio del poder.
Las imágenes que todo el país ha visto en los últimos días, son apenas una muestra del accionar de un gobierno que desde el primer día ha desafiado la institucionalidad democrática, eludiendo a los medios de comunicación, demostrando que no tiene ni siquiera nociones sobre la estructura del estado, economía o relaciones internacionales.
Pedro Castillo ante un proceso de «vacancia presidencial» ha convocado a los partidos con representación parlamentaria para dialogar y evitar que el procedimiento parlamentario siga su curso en los próximos días. Considero que su liderazgo es débil, no tiene el apoyo militante de la bancada de Perú Libre; no fue capaz de llegar a acuerdos con el sentenciado Vladimir Cerrón y pretendió tener como eje de su gobierno, la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
El comunismo internacional en el pasado y los partidos adscritos al Foro de Sao Paulo, no defienden la democracia, ni la separación de poderes, no creen en la convocatoria a elecciones libres y rechazan la alternancia política en el poder.
En el actual Congreso, grupos parlamentarios como APP de César Acuña, Podemos de José Luna y Somos Perú, son tal vez la mejor expresión de «vientres de alquiler» carentes de doctrina, plataforma política y se han convertido en instrumento de intereses privados vinculados a la educación universitaria privada y a cúpulas que al amparo de una membresía política lucran en cada proceso electoral o se benefician con las transferencias del erario nacional, destinadas supuestamente al financiamiento de los partidos políticos.
Acción Popular, hace un año no fue capaz de respaldar decididamente al presidente Manuel Merino y hoy bajo la influencia nefasta de los señores Lescano y Mesias Guevara, no recoge el legado del presidente Belaunde y no deslinda con un gobierno signado por la incapacidad y la corrupción.
El Perú no tiene un sistema parlamentario, su régimen político semipresidencialista, hace posible contar con un instrumento político, que facilita en mi concepto encontrar a través de la sucesión presidencial una salida ante una evidente incapacidad moral del Jefe de Estado. Pedro Castillo no es un estadista, ni pretende serlo; sus objetivos políticos , su formación política, su larga militancia en el partido liderado por Alejandro Toledo, su condición de líder magisterial apoyado por el Movadef, su incorporación a Perú Libre y su éxito electoral en un contexto de crisis sanitaria, económica y social, serán materia de un análisis riguroso en otro momento.
El Perú necesita recuperar la senda del crecimiento económico, reducir la pobreza, alentar la inversión nacional y extranjera, sentar las bases de una institucionalidad democrática, que se apoye en partidos políticos que sean capaces de impulsar un proyecto nacional para los próximas décadas.
La vacancia presidencial es un imperativo y en mi concepto exige a la par la renuncia de la vicepresidenta Boluarte, para habilitar la formación de un gobierno de transición que convoque a nuevas elecciones generales en el plazo más breve.
La crisis política nacional debe ser resuelta, más aún cuando comprobamos cómo la economía internacional hoy se ve afectada por presiones inflacionarias, por el alza mundial de la energía y por una crisis sanitaria que no tiene plazo ni fecha de vencimiento.
El Perú se encuentra en un encrucijada, las fuerzas democráticas con o sin representación parlamentaria deben movilizarse y organizarse; no olvidando como ante la vacancia presidencial del nefasto Martín Vizcarra, con la presencia violentista de apenas unos miles de manifestantes y el apoyo de los medios de comunicación social dependientes del erario nacional, se activo una movilización que puso fin al breve gobierno de Manuel Merino.
La lucha política debe continuar, en el plano ideológico y con la movilización ciudadana en las calles; sin olvidar que los aliados políticos del gobierno desde el exterior, trataran de presionar en foros y organismos internacionales. La libertad necesita defenderse ante la amenaza totalitaria promovida por falsos liderazgos encarnados por políticos sin escrúpulos.
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