Trump se quedó «solo» un fatídico final para un gobernante de los EEUU

Manifestantes a favor y en contra del presidente de EE.UU., Donald Trump se enfrentaron entre sí y con agentes de la Policía en Pacific Beach, en San Diego (sur de California), y al menos tres fueron detenidos al negarse a abandonar el lugar después de que «debido a actos de violencia» se declaró ilegal la reunión. Según el Departamento de Policía de San Diego, los manifestantes arrojaron piedras, botellas, huevos y otros objetos a los agentes y los rociaron con pimienta. En sus mensajes, la Policía no precisó si fue solo uno de los grupos o los dos los que atacaron a los agentes antidisturbios enviados al lugar. Unas tres horas después del inicio de las manifestaciones, la Policía logró desalojar completamente la zona. «Siempre facilitaremos las protestas pacíficas, pero no toleraremos actos de violencia», escribió la Policía en Twitter. Un portavoz policial le dijo al canal local de la cadena NBC que tres personas fueron detenidas. El diario San Diego Union-Tribune cifró en unos cien los manifestantes de cada bando y afirmó que a la Policía le llevó «horas» controlar la situación.

La gota que colmó el vaso, el punto de quiebre, la línea roja. Son expresiones que estos días se repiten en Estados Unidos para explicar por qué algunos de los históricos aliados del presidente Donald Trump han tomado distancia o directamente han roto con él. Desde legisladores del Partido Republicano hasta miembros de su gobierno, son varias las figuras que han dicho «basta ya» tras los sucesos del miércoles en Washington DC, donde una turba de violentos seguidores del mandatario asaltó el Capitolio.

Las insólitas imágenes de decenas de personas quebrando la seguridad, invadiendo la sede del Congreso estadounidense y ocupando varias de sus salas causaron estupor e indignación en un país poco acostumbrado a este tipo de escenas. Las miradas se pusieron en Trump, quien antes de la marcha hacia el Capitolio había pronunciado un incendiario discurso en el que insistió, sin pruebas, en que las elecciones de noviembre fueron un robo.

La mayoría de los estadounidenses están horrorizados y disgustados por lo que ha sucedido, al ver un intento de que les roben su democracia, casi destrozada, con un futuro incierto y llenos de ​ mentiras y ficción propagadas por la más alta sede del poder. La era de Trump se quitó el velo para revelar la fealdad dentro de Estados Unidos, una que Estados Unidos ya no puede ignorar, pero que siempre ha existido. Está incorporada en los asesinatos de estadounidenses negros, en la brutalidad policial y el racismo sistemático; se muestra en la reacción al movimiento Black Lives Matter, MeToo, el ascenso del supremacismo blanco. Y aquellos que se oponen a esa fealdad están luchando por lo que creen que es el alma de su nación.

 

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